Ammalur

La vida no se mide por las veces que respiramos, sino por los momentos que nos dejan sin aliento

jueves, agosto 04, 2005

Crónica de una ciudad

Ayer recorria las calles de Barcelona mientras el sol se ponia, entrando de tienda en tienda, y no mirava, solo veia. Montones de ropa que no me davan ningún tipo de sensación. Parada ahi enfrente,como si no fuera yo la que vivia ese momento, como si no fuera a mi a la que habian sacado de casa. Apatica frente a unas calles plagadas de gentes con sus sonrisas, sus bolsas y sus compañias. Seguí andando, junto al amigo que me habia acompañado. Observava a la gente como venia hacia mi como estrellas fugazes, tan rapido que no podia ni pedir un deseo. Solo andaban, alguno miraba mis ojos perdidos en ese oceano de gente y barullo, pero la mayoria no les importavan las imagenes de pobreza, tristeza ni tan siquiera la tierna escena de un niño sonriendo o llorando. Solo ellos, sin importar lo demás. Miré a mi acompañante que suele ser igual de observador que yo, y efectivamente, estava mirando como la gente pasava.
Por un momento te sientes una roca que impide el curso del rio, un rio de gente sin compasión y que hace de este mundo mas desalmado. Quien quiere dejar un mundo asi?sin girarte cuando a la persona que tienes al lado le han quitado el bolso, o se ha caido...simplemente miramos hacia otro lado. Que tipo de personas somos? Yo me senti mal, mal por ese rio incesante de almas sin alma, mal por esa desatención amable, y mal por formar parte de ese tipo de personas que desgracian el mundo.
Por la noche la visión era distinta. Fuimos a cenar a casa de una amiga, alli cenando los 4 juntos con la corriente de aire de la terraza, me senti otra vez un poco yo. Entre bromas, sonrisas y con una buena cerveza delante.
Caminavamos lentamente hacia el bar de copas, y cuando entre era el bar mas bohemio al que he ido. Tenia a penas 10 mesas, dónde todas estaban a la misma altura, en taburetes y donde habia musica en vivo. Un hombre de mediana edad con una guitarra cantaba las delicias de aquellos que se lo pedian. Estaba a nuestro lado a la mesa de al lado. No mas alto, ni en un escenario, sino allí como uno más, entre el sonido del pequeño murmullo, y a la luz de las velas que daban un toque impresionante al local. Tremendamente yo. Asi puedo describir ese sitio, tranquilo, intimo, pero con calor humano y buena musica. Asi es ese sitio, como yo. Seguramente su intimidad, hace que venga gente de todo tipo, pero todos con la misma intención, escuhar buena musica mientras te tomas uno de los mejors mojitos que he probado, impresionante, y recomendable para todo aquel que se proponga abstenerse de la realidad por un tiempo.
La moraleja, suongo que aunque en un sitio encuentres millones de persones sin alma, siempre habrá un lugar para el descanso, el calor y la intimidad.